Impro
Para congraciarme con el lector apurado (en la web andamos
todos al pique en estos días, según dicen) voy a comenzar por la aclaración a la sombra del árbol:
de improvisación se habla y se escribe a raudales, muchos de los que hablan y escriben son grandes
improvisadores, otros somos caminantes curiosos (hoy en día el libro Free Play, de Stephen
Nachmanovitch se consolida como un referente), pero si la pregunta que lo
trae a Ud. aquí hoy es ¿qué cosas necesito para improvisar cada vez mejor? tenga
a bien dirigirse a su maestro de confianza mas cercano a su domicilio; los elementos
técnicos necesarios para el desarrollo del improvisador son diversos,
colosales, complejos.
Lo que si podemos y necesitamos preguntarnos (mas allá de si
vamos a improvisar en un escenario, o en una clase, en una obra de teatro o con
una canción o una declaración o inclusive si estamos cocinando y sólo tenemos 3 elementos en nuestra heladera. Tres, y una cubetera con hielo), la
pregunta que no está de mas formular sería algo así como ¿cuándo es propicio
aventurarme e improvisar?
A
partir de esta inauguración deluxe del lenguaje
en-nosotros (o nosotros en el lenguaje como dicen los psicoanalistas)
tenemos
todo un campo para improvisar en él. ¿Y pero no era que antes también
improvisábamos? Si, pero no de la misma manera. La improvisación que
ahora nos
resulta más interesante es la que ocurre en un contexto determinado, a
partir de una
estructura de base. La estructura puede ser el pulso, o una secuencia
armónica (en gral. cualquier elemento que nos plantee un ostinato) un concepto sin guionar, un motivo, la consigna de que no
haya una consigna, muchas cosas. Pero existe, y constituye la base de la
improvisación.
El improvisador tiene como objetivo existir en ese campo y no en otro,
al menos por un rato. Un
trabajo recomendable y que suele demandarnos tiempo y amor es conocer el
campo.
Pero no nos olvidemos que nosotros ya somos seres del campo del
lenguaje, y al
menos a ese lo conocemos muy bien, porque vivimos allí desde hace años!
Equivocarse es una garantía, es decir, Ud. Se va a equivocar. No tenga dudas de ello! Una imagen retórica que Miguel Ángel nos dejó es la del escultor que al tallar en realidad va quitando lo que sobra, y es así como la escultura va siendo descubierta; así también al desarrollo del improvisador lo podemos pensar como un proceso donde vamos enraizándonos en un campo y quitando lo que sobra (los mal afamados "errores"), pero no para reducir las alternativas sino todo lo contrario, lo que sobra aquí es lo que nos obstruye la libertad de niño explorador. Una vez en marcha, los brotes asomando y las sorpresas a la orilla, las tareas iran proponiéndose sin tardar.
Me despido hasta la próxima entrada, quedan tod@s invitad@s
a tallar, pulir y encerar en nuestro taller de canto creativo por ahora los
jueves 19hs o sábados 15hs. Consultas serán amorosamente atendidas en:
tallerdelacancion@gmail.com
Vale
*si Ud es porteño, sepa que su hablar TAMBIEN es lugareño!
2 comments
Muy buen articulo, simpatico y motivador, me entraron ganas de improvisar! Felicitaciones, besos.
nota del comentarista: Consideré la posibilidad de improvisar el orden de las letras en el comentario pero no me pareció oportuno.
jajajja, bueno, eso es porque cachas el campo, viste? Gracias Javi, espero que pronto arranques a improvisar, beso grande :-)
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